martes, marzo 11, 2003

Yo vi a El Santo muy panzon


En la pobreza solo hay dos extremos, los que pueden pagarse una distracción y los que no, a mi padre le gustaba la lucha libre, a mi tambien, cómo no? en el album familiar hay fotografias de javier mi hermano y yo enmascarados, yo soy fishman y él Terremoto, mi padre dirigio esa sesion de fotos, ahí estamos los dos aplicandonos stilsons, candados y la quebradora, hay una llave que no recuerdo como se llama, consiste en poner los talones del contricante en sus glúteos, les soy sincero duele, los que realizan ejercicios de estiramiento saben de que hablo, hay una foto que me gusta por lo visionaria, mi hermano me aplica esa llave, pero como es pura pose yo tengo en las manos, adivinaron, un libro, el libro vaquero por supuesto.
Cada domingo yo acompañaba a mi padre a la lucha, desde general íbamos bajando a preferencia y ya en la última pelea estabamos en ring side, algunas veces ibamos todos pero la mayoria solo eramos él y yo.
De la lucha libre tengo recuerdos gratos y los malos por lo general son confusos, recuerdo una funcion en la cual desde la tercera pelea no paré de llorar, una niña se me quedo mirando largo tiempo hasta que mi padre le dijo "y usted qué está mirando" no recuerdo la razon de mi llanto, lo que si me es claro es que mi padre miro en silencio todo lo que sucedia en el ring, no digo que se la pasara gritando en las demas, cuando digo silencio en mi padre es algo exclusivamente rinconiano, el mirar sin mirar, el abandonar los ojos en el vacio como pensando.
Recuerdo que le gustaba pasearme, presentarme con sus amigos, siempre he sido su cara, hasta ahora que he engordado, pero en esos dias mi rostro blanco era el preciso retrato de su infancia, junior, javi junior o el javi me decian, mi hermano mayor se parece a mi madre, él que si se llama javier jamas fue paseado con tanto orgullo.
El asunto es que sobre la mariscal habia otra taquilla, ahí siempre compró los boletos, saludaba a los taxistas, a los burreros y compañía, después haciamos fila y entrabamos al neon del polvo, unas lamparas enormes de aluminio con focos halogenos empezaban a iluminar el ring, casi no lo notas si eres inconstante, pero los gimnasios de lucha libre tienen un control de la luz casi milimetrico, esas lamparas avanzan con su luz de manera discreta, en la última pelea son la unica luz que existe, y es poderosa, blancarosa, el polvo se ve suspendido entre el ring y los focos, polvo de los gritos, saliva suspendida y evaporada por el calor de los cuerpos, polvo de las manos aplaudiendo, moviéndose, grito, furia, alcohol y sal todo ahí detenido, en ese instante de luz, ese trapecio de grises blancuras, los reflectores sólo dejaban espacio para las estrellas y la sangre.

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