jueves, octubre 30, 2003

Supermercados


Nada me causa más desasosiego que toparme con un "conocido" en un supermercado, qué es un "conocido" es el individuo que apenas ha rebasado el termino "desconocido" debido a la obligada convivencia del trabajo, el vecinaje o la rutina.
Verlo en el parque o en la calle no causa tanto desamparo como verlo a un lado de las verduras o la extensa variedad de papel sanitario.
Dejar la descubierto nuestras urgencias y nuestros habitos alimenticios frente a otros, es una desgracia provocada por la casualidad, esa inconsistencia de nuestros actos que nos hace coincidir con otro que nos "desconoce".
Mientras aquel disimula su mirada sobre mis paquetes de higado congelado, a mi me distraen sus tres kilos de pollo a granel, nada decimos al darnos cuenta que compramos el mismo insulso y mas barato papel sanitario.
A eso es precisamente a lo que me refiero, mientras de este lado resaltan los colores de un cereal para niños, a el lo opaca el blanco de un cereal generico e insipido, y digo que lo opaca porque se que en su casa hay más niños.
La cantidad de golosinas, la marca de shampoo o la variedad de verduras son en conjunto, un orificio que nos deja asomarnos a su vida cotidiana, lo aparatoso de las cajas y los empaqes nos mueve a pensar en la cantidad de basura que acumulará dos veces por semanas.
Ese abismo de intimidad (el carro de mandado) desde el cual uno puede invadir la vida de otro es inmenso y terrible, basta ver como disimulamos con lo que primero que hay a la mano el paquete de toallas femeninas.

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