viernes, enero 16, 2009

Tirar cosas
Siguiendo el extraño consejo de que hay que deshacerse de los objetos del pasado para hacerle espacio a lo nuevo, he tratado estos días de tirar algunas cosas, aún me sigue pareciendo raro que nos aferremos tanto a cada objeto que usamos, salvo lo libros, creo que todo lo que usamos pasa del estado sólido al fantasmal, basta ver esa par de tennis que se nota que nos acompañaron por un par de viajes memoriales, desgraciadamente, ese par de tristes suelas ya no son lo que eran y uno que ya no tiene ganas de ponerselos otra vez, insiste en que permanezcan haciendo bulto, pues nada, sin llorar como dicen los demás, ahí van mis tennis con los que recorrí las calles de esta y otras ciudades
Luego siguen las botellas vacías, de dónde viene la idea de guardar recipientes vaciós, si no guarda uno los llenos, para que diablos acumular la transparente nada, siguen los diarios viejos, bueno, los suplementos culturales, que ya en su tiempo eran ilegibles y más aburridos que la sección de sociales, voy desprendiéndome de ellos poco a poco, no vaya a ser que se me pase algo de lo que sucedió en el ¡2005!
Y sin más remedio llego a las revistas, me impresiona las idioteces que llega a comprar uno cuando se descuida, a pesar del diseño, la irreverencia o la pretensión, varios ejemplares de PicNic, La Tempestad , Letras Libres y otras cosas peores (creánme, sí existen) terminaron en manos de mi estimado Mortiz, por si les interesan pueden encontrarlos en su local de la Francisco I. Madero a un lado de la peluquería de los gemelos. Abre después de las 5 así que no vayan temprano. Por cierto, hablando de eso rumbos tan queridos, en la Lerdo hay una nueva librería de viejo (vaya ironía, oximoron y paradoja) tambien venden LPs, y la variedad se agradece, no así los precios.
Volviendo al asunto de tirar cosas, a mi me cuesta deshacerme de algo, al menos yo me encariño con los objetos, una razón es que soy muy codo y la otra es que cuando uno anda solo por las calles tanto rato y tantos días, te das cuenta que el único que nunca se ha aburrido de ti es tu triste abrigo, el oscuro par de zapatos, tus pantalones que envejecen más veloces que tu, todas estas prendas han estado conmigo llueve, truene o relampaguee, entonces los considero compañeros de batalla, y ahora que felizmente voy perdiendo peso, me reencuentro con aquellos que mi insana acumulación de grasa me impedía usar, y entonces vuelven a la memoria viejos eventos y ceremonias, otros sitios de trabajo, algunos bares y algunos bailes, noches, días y amaneceres que caen de los bolsillos de un viejo pantalón verde, y ahí es al revés, soy yo el que se ve gastado por el uso y es al pantalón al que le dan ganas de tirarme.
Esta noche tendré pesadillas.

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