martes, diciembre 20, 2005

Funerales II


Creo que en ningún país los muertos pesan mas que los vivos, un compañero de la carrera de diseño, interesado al igual que yo, más en la teoría que en la práctica, se cambió a la carrera de derecho de un semestre a otro, al cuestionarle tal decisión me respondió alzando los hombres es lo que mi padre hubiera querido después me enteré que su padre abogado había muerto en un accidente automovilistico. Al preguntar entre los conocidos si el cambio de carrera habia sido la última voluntad del padre los más cercanos a mi compañero dijeron que no, que el señor se la pasaba renegando y de carrera de maricones no la bajaba, pero jamás le obligó a estudiar derecho.
Otras amiga me comenta la intención de ponerle a su hijo el nombre de su hermano muerto, el niño ya tiene 2 años y por supuesto tiene otro nombre, mi amiga dice que tal vez le agregue el nombre de su hermano muerto.
En los dos casos, no pongo más pues con esos basta para dejar en claro de que estoy hablando, lo único que pasa por mi cabeza es la pregunta para qué de dónde nos viene la idea de llevar a cabo actos que el muerto hubiera querido, me sorprende siempre ese poder que tienen los muertos en las familias mexicanas, no se trata de respetar una última voluntad, sino de establecer un código de conducta basado en nuestro conocimiento del que ya no está, establecer como ordenes los deseos jamás expresados en vida de alguien.
Si el muerto deja algún legado a su familia, creo que son esas cosas innasibles que nos parecieron naturales, que se quedan en casa igual que el polvo; como los hombres que siguen fumando en el patio porque su mujer (ya muerta) jamás le permitió hacerlo en casa, el muchacho que jamás dice una grosería en la mesa porque su padre le demostró con el ejemplo que la comida familiar no es un buen sitio para demostrar que tan barbajan se puede ser en la vida, o la muchacha que mantiene una costumbre aprendida de su hermana; hasta la simple mención de una frase graciosa como ¿cuales cuarenta pesos? que decía mi bisabuela y cuya historia y sentido sólo existe para la familia me parecen formas validas, creibles y sobre todo respetables de mantener al muerto en casa; pero eso de darles voz y poder sobre los vivos, de imponer voluntades personales en nombre de alguien que ya no existe, eso si me parece enfermizo, que un viejo se despierte y platique con la almohada de a lado, o que converse con un fantasma al que le trae flores todos los jueves, eso es triste y es comprensible; que sus nietos se tengan que llamar antonios y ser enfermeros, abrazar la religíon católica y estudiar piano porque su abuela asi lo hubiera querido es patetico y enfermizo.
feliz navidad señores y celebren a sus muertos, disfruten a sus vivos.

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