miércoles, abril 27, 2005

Qué ondas


La vida sigue igual, eso es lo que realmente deseamos, que nada cambie, especificamente que el tiempo no avance, que el paso de los días no nos perjudique, envejecemos, esa es la verdad, todo lo demas es una ilusión, la vida sigue y vamos dejando regadas por todas partes particulas muertas de nuestro cuerpo, nuestra piel es ese montón de polvo bajo la cama, eso que va quedando en los lugares poco accesibles es humano, y si no por lo menos, es algo animal.
John Irving es su novela El mundo segun Garp narra la última noche de la infancia de su hijo de ocho u once años, al llevarlo a su cama percibe en el aliento del niño un aroma agrio, acido, viejo, descubre que su hijo a dejado de crecer, de emitir vida, desde ese momento no puede evitar pensar en que su hijo a entrado a la autopista de los mortales, ha dejado de ser un niño y desde esa noche su cuerpo se dedica a morir. Es cierto, apenas es un niño en el largo camino de volverse un muchacho, un fragil adolescente arrastrando la piedra de los años, pero para Irving la vida es algo orgánico, no una cuestión de tiempos y edades, su hijo desde ese momento entrará en el proceso de descomposición, física y moral, su hijo a perdido ese vaho, la gracia, la virtud con la que nació se ha extinguido, pronto empezará a mentir, a mentir con toda intencióndice sentado a un lado de la cama. Y de ahi la podredumbre, la agónica entrada en la miseria humana, pobre, pronto será alguien como yo rencoroso, egoista, interesado.
No se porque llevó días pensando en eso, esa parte de la novela la traigo en la cabeza desde hace días, alguna extraña señal, el polvo amotinado en el cuarto de mi hijo, el cumpleaños de mi amado diego que se acerca.

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