viernes, enero 28, 2005

Sobre la muerte


Es curioso que los mexicanos que vivimos la muerte todos los días (al igual que la gente en todo el mundo) no estemos preparados para enfrentarla. Resulta más curioso que cuando recibimos la noticia de la muerte de alguien no lo creamos posible, como si fuera antinatural, algo improbable.
Yo crecí con mi familia paterna, una bella galeria de hipocresia, rencor e indiferencia, no aprendí a amar a nadie, curiosamente ahi fue donde aprendí a leer, pero ni aun asi lograron provocarme un noble sentimiento, lo que siento hacia ellos es un leve cariño obligatorio.
Cuando murió mi abuelo no vi llorar a nadie salvo a su madre, el hombre habia muerto en Zacatecas y lo trasladaron a Ciudad Juarez, la casa de la bisabuela estaba en un segundo piso y tenia una sola entrada estrecha, para subir al abuelo tuvieron que sacarlo del ataud y llevarlo como un costal, supongo que para bajarlo fue lo mismo, los nietos jugabamos tranquilamente en la calle, nadie nos obligo a tomar compostura o a darle el último vistazo al viejo, era uno de esos abuelos desconocidos con el que nadie jamas se habia encariñado, cuenta mi madre que con el zarandeo del viaje y de las escaleras el abuelo seguía sangrando por la nariz mi padre y mi tio terminaron por meterle papel en las fosas nasales pues mi bisabuela los habia desesperado al estarlo limpiando con delicadeza cada vez que la sangre manchaba los labios. Ese funeral dejó todo claro para mi, no hay nada venerable en la muerte, nada que deba respetarse, la memoria de los muertos no está en ese cadaver, toda ceremonia es inútil cuando es un muerto el que decora la sala, yo tendría unos 7 años y salí con la clara intención de en el futuro nollorar a nadie.
Por supuesto yo era un niño de lo mas impresionable y de convicciones naturalmente infantiles. Lo que he rescatado de eso es el no asistir a funerales y aceptar la muerte de las pesonas como algo natural, aun y hayan muerto en un accidente.
El día de ayer se cumplió un año de la muerte de mi cuñada, esta mujer es lo que en el mundo se conoce como una chica hallmark, una habitante de los dramas de autosuperación de Readers Digest, aquejada por un tumor cerebral desde los 17 años la chica mostró una fortaleza hasta ahora sin comparación, se recibió de abogada y se metió a la normal, dió clases hasta que su cuerpo se lo permitió, el único día que la vi deprimida fue cuando por su estado de salud era imposible que volviera a dar clases, tuvo dos hijos y me hizo bastante paros a la hora de los lios legales, el tumor se convirtió en cáncer y paso una de las mas largas agonías que me haya tocado presenciar; la mujer estaba aferrada a esta vida, días antes de morir tuvo un paro respiratorio y regresó, seguía con la intención de mantenerse en el mundo como diera lugar, le preocupaban sus hijos.
Los médicos se mostraban sorprendidos, nos decían que cualquier persona en su situación (con el 25% de su cerebro destruido) debería de haber muerto meses antes. No era buena noticia y todos parecían resignados a lo inevitable. Eso parecía.
Su muerte fue más dolorosa que su agonía, nadie estaba preparado, a pesar de que lo mejor que podía pasarle era precisamente eso, morir, a nadie le fue fácil aceptar que por fin había dejado de aferrarse al mundo, una derrota cruel, una resignación, el simple agotamiento de un alma llevada hasta el límite, y si, lloré porque el dolor se contagia, porque algo hay en las personas que uno estima que desaparece para siempre, no estamos preparados para esto, no para el dolor de los demás, los que consideran que la muerte es injusta, eso es lo que duele, el no hacerles entender que no, que la muerte no tiene la culpa de nada, lo que duele es la vida, la triste vida que llevó la persona que se ha ido, la vida suele ser bastante cruel con algunas personas que queremos.
La muerte no es mala, es algo natural y sin culpa.
Puede pasarle a cualquiera en cualquier momento, Nadie tiene un gran futuro por delante, asi de simple.
Vivan, escriban y beban.
Un abrazo a todos.

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