jueves, enero 24, 2008

Aves negras
El cuento es muy simple pero no por eso menos fascinante.
Un joven que conocí en una librería me lo contó mientras bebiamos una cerveza, el me asegura tener ciertos poderes de los cuales yo dudo absolutamente, pero lo dejé seguir porque era interesante.
Me cuenta que fue deportado de Chicago por hacerle preguntas incomodas a un funcionario, ya en Juárez intentó regresar a Estados Unidos por la via rápida, cruzando el rio con ayuda de un coyote, la parte inverosimil de la historia es que gracias a sus poderes los agentes de las patrulla fronteriza no los vieron a pesar de tenerlos enfrente, un conjuro secreto puso sobre ellos (el coyote y el joven) una especie de capa de Harry Potter que los hizo invisibles. El coyote se asustó y lo dejó solo, o algo así.
Pero la parte central de la historia, y espero que me esté leyendo, pues es la única que debería de contar, es muy impresionante.
Me dice que pasaron por una parte casi seca del río, y que en la mitad de ese recorrido sintió como si alguien lo jalara, de una pierna primero, de un brazo después, luego de la ropa, el coyote le dijo que no se entretuviera, que caminara más rapido, que lo iban a ver, el asunto es que esos tres o cinco metros que le faltaban por recorrer le costaron mucho trabajo.
-empezé a sentir dolor en las piernas y en los brazos, cerré los ojos para invocar un conjuro protector, escuche voces, no te vayas, llevanos contigo, quedate, vuelve pronto, no te quedes, nunca vuelvas, vete lejos, cuando abrí los ojos no lo podía creer, un rio de manos y de rostros apareció bajo mis pies, querían que los ayudara a cruzar el rio, pero eran muchos, me apretaban muy fuerte las piernas, me jaloneaban la ropa, casi me tiran al piso, mire hacia ambos lados y el rio ahora estaba lleno de cuerpos que se movían docilmente, llevados por una corriente subterranea, era un rio de fantasmas, eran todos los muertos de ese rio, y algunos de ellos insistían en que los sacara de ahí, por fin logré cruzar ese tramo y cuando voltee hacia el río ya no había otra cosa más que tierra y algunos charcos, mis ropas estaban totalmente sucias y el coyote me miró extrañado,
-pues por dónde se metio muchacho, mire como viene, agachese que ahí viene la migra, ya valimos, ya nos vieron
Y luego me contó lo que ya puse al principio.
El día de ayer mirando hacía el Canal Franklin, el nuevo arroyo mortal, vi salir del agua a una pequeña ave negra, cerca de ella había otras iguales, como no la vi entrar al agua pensé que se había metido a beber desde hace rato y ya, pero luego salieron otras dos, así como si nada, luego otra, todas como si surgieran del agua misma, surgían negras pero totalmente limpias de entre el agua lodosa, sacudieron sus alas sobre el concreto gris y permanecieron ahí un rato como si se conocieran, casi como si platicaran, y estuvieran esperando a que llegaran otras,. Otras almas nadando a contracorriente queriendo regresar a casa. Ninguna de ellas tenía sombra.

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