domingo, septiembre 10, 2006

A quién reconoces en este montón de bytes?



Un virus en la pecera me obligó a transferir un montón de fotografías a la portola, los folders titulados por fechas 2006-03-01, 2006-04-23 por dar unos ejemplos no me remitían a nada, los nombres de las fotografias menos: 100_3010.jpg, 043_2110.jpg menos, la memoria de esta casa basicamente es un montón de números que no significan nada, 023_0012.jpg es el nombre de la fotografía de mi padre volando un papalote mientras mi hijo corre al fondo de un parque, 100_8432.jpg es una foto donde mi hijo abre un regalo en su última fiesta de cumpleaños, ese montón de números sin sentido son el nombre de grupos que van de los 4,000 a las 3200 bytes, cantidades de información que virtualmente pueden contener cualquier cosa, un texto bastante largo, la portada de un periódico, el filtro de un programa de diseño, cualquier cosa, en mi caso, una imagen que ya tenía olvidada.
Trasladar estas fotografías de una maquina a otra me llenó de confusión, qué somos realmente en este mundo? Qué es lo que realmente habitamos? La memoria de los últimos 9 meses que mi familia ha vivido ocupan electronicamente menos de un gigabyte, me pregunto si la cantidad de emociones atrapadas en esas fotografías puede medirse de esa forma, es decir, si virtualmente mide todo eso, ahora, ya metido en la frecuencia virtual, me pregunto si existe el dato real de la capacidad de nuestra memoria.
Hace poco leí que los humanos confiabamos nuestros conocimientos a un sinnumero de soportes diminutos, cansados de memorizar, el ser humano decidió inventar memorias virtuales, pequeños artefactos capaces de guardar grandes cantidades de información, el texto en cuestión, aparecido curiosamente en la página de música que publica Reforma en su edición sabatina, hacia referencia no sólo a la cantidad de canciones que podemos guardar en una tarjeta de memoria, sino que estos soportes, dado su tamaño son cada vez más frágiles, y la posibilidad de dañarlos o de perderlos cada vez es mayor.
My memory card se dice en ingles, nosotros le hemos puesto un nombre menos aprehensivo, mi USB y ya, pero ahora, que veo que venden estos dispositivos junto con un lazo para traerlo puesto en el cuello no deja de preocuparme lo visible de la dependencia que le tenemos a dichos soportes. Me comprueba lo frágil que siguen siendo nuestros actos, la doble significación de este habito: tener la memoria colgada al cuello y no sobre el cuello, en nuestra pequeña pero ilimitada boveda craneal, antes sólo las computadoras poseían una memoria virtual, un numero limitado de bytes para respaldar el funcionamiento de un programa, ahora los humanos andamos en las mismas, andamos por las calles con memorias virtuales en el bolsillo o colgando del cuello, parece exagerado, pero confiamos demasiado en estos artefactos, antes uno imprimia un texto como respaldo o protección ante cualquier imprevisto, ahora sólo lo copiamos y salimos seguros del funcionamiento de nuestra tarjeta, y mientras no nos falle, seguiremos perdiendo nuestras aptitudes para enfrentar el mundo, confiar el traslado de información a cualquier soporte ahora parece de lo más confiable, pero, insisto, estamos perdiendo una cualidad primordial: el dejar de ser precavidos nos alejará del pesimismo, andaremos por el mundo como si lo peor nunca pudiera suceder, tan sólo la falta de energía electrica puede dejarnos desamparados, sin acceso a nada, pero seguimos soñado con que algo así jamás sucederá, y seguimos confiando no sólo nuestras fotografias, sino nuestro conocimiento a soportes que mal que bien un día pueden dejar de funcionar, debemos pues, seguir ejercitando nuestra memoria, nuestra capacidad de aprendizaje, seguir acumulando libros, materiales fisicos que nos representen en el futuro, no hay confianza que no se pueda traicionar, cualquier día las maquinas nos pueden hacer una mala pasada, asi que cada gran momento que tengan en su vida, como dijo Marco Antonio Campos, grábenlo, grábenlo, pero en su memoria real.

No hay comentarios.: